Fotografía de Leonor Consuelo Andrade Castillo
En mi principio fue el canto de la tierra
la neblina de la incertidumbre y la piel abierta de mis sentidos
En mi principio fue mi música en el altar lloviendo penas
y mi niña desmemoriada observando en las alturas
En mi principio fue el agua y la sangre de antemano lavando historias
la placenta que me abre y me separa en mi respiración primera
En mi principio fueron mis tambores repiqueteando futuras pasiones
susurrando mi cuerpo y mi destino ulteriormente olvidado
En mi principio fue mi aroma y el de mi madre mezcla de chocolate molido y ternura
en una irrepetible canción de cuna con olor a pan recién horneado
En mi principio fue la voz inconfundible del silencio de mi padre
sembrado en mi esperanza que se conduele
En mi principio fue el latido de mi corazón y su secreto
una voz grave incrustada en el centro de mi vida frente al abismo de mi existencia
En mi principio fueron mis manos abiertas a ojos cerrados creando sueños
y una flauta inventando caminos fuera del tiempo
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